Del Pueblo Para el Pueblo
  Reivindiquemos a Nuestros Dioses
 

 

REIVINDIQUEMOS A NUESTROS DIOSES
 
¿Son los dioses de Latinoamérica tan solo la historia de seres derrotados, seres rebajados a la pequeñez de simples hombres?
¿Merecían nuestros dioses, tan solo el olvido y el adjetivo de demonios?
 
¿Por que no pueden nuestros dioses Pachamac, Quetzalcoatl, Tepeu, o Viracocha aparecer a la altura de los dioses de la mitología griega o China?
 
La riqueza de la cultura latinoamericana sorprende y a veces supera a tantas otras que son consideradas y colocadas a la altura de mitología, incluso a veces aun veneradas. -Entonces-, ¿Por que ha enmudecido nuestra “mitología” latinoamericana?
 
A la llegada de los Españoles a America, estos se empeñaron en destruir cualquier vestigio de la esencia cultural latinoamericana. Fue tal su xenofobia hacia los dioses de esta cultura americana, que los transformaron de la noche a la mañana en el enemigo o demonio a destruir. La imagen que requería el Dios exótico que trajeron consigo para poder ser exaltado.
 
¿Qué tiene el tal Zeus que no tenga nuestro amado Quetzalcoatl, o Pachacamac? ¿Y Huitzilopochtli o Tezcatlipoca que le piden a la famosa Atenea?
Podría seguir nombrando a cientos de deidades a través del mundo, y encontraría su equivalente en America que podría bien ocupar su lugar (y hasta mejorarlo)
Pero esa no es la intención de este escrito.
 
Como el lector sabe -y es bien sabido-, la historia es de los vencedores. No hay segundos ni terceros, y a nuestros dioses, eso les paso. Tras ser derrotados, no merecieron siquiera tener su tumba. De ellos, todo o casi todo se borró.
Solo el recuerdo dejaron los colonizadores de aquellos grandes seres que lograron la grandeza, organización, y consolidación de la cultura Sudamericana.
 
Reivindicar a nuestros dioses es reivindicar a Latinoamérica. Su reconocimiento histórico y aceptación por parte de su pueblo (al menos históricamente hablando) es recuperar el orgullo de ser lo que somos, de aceptarlo y luchar por consolidarnos.
No es simplemente cambiar el escrito en los libros de texto, es mas. -Mucho mas-. La historia al plantarse en el alma del hombre, al ser de nuevo traspasada de generación en generación, se enriquece y su esencia se funde a la del hombre mismo.
 
Independientemente de la religión que hoy tiene el latino, nuestros niños deben llevar en su esencia misma, el conocimiento y el recuerdo de Inti y Kilya (Sol y Luna) de Tepeu y Gecumatz   (los progenitores del hombre). Del amado Quetzalcoatl, (creador del hombre) 
Al caminar por nuestros bosques y selvas, estos mismos niños, buscaran sigilosamente encontrarse con los simpáticos  Pombero y El Coquena, protectores de la naturaleza
Y Soñaran con viajar a lago Titicaca, y ver de cerca la morada del gran Viracocha.
 
 Y reitero de nuevo. La derrota y ocultamiento de nuestros dioses, no queda tan solo en la historia, y “que la historia juzgue”.   Su alcance va mucho más allá. Mientras nuestra esencia (nuestros dioses) se sigan considerando demonios y siga oculta su verdadera historia, el Latinoamericano será sojuzgado. Un pueblo sin orgullo es un pueblo sin alma.
Afortunadamente, (y quizás por ello seguimos en pie) aun hay  miles de sudamericanos que conservan en su esencia a nuestros antiguos dioses (que no son tan antiguos) Sudamericanos que por hoy son los pilares para no derrumbarnos.
 
A ti, Latinoamericano te exhorto a que rescates de las cenizas a esos seres que nos dieron esencia. Rescatémoslos del olvido y de la derrota. El poder de nuestros dioses esta en el recuerdo y en el reconocimiento de todos y cada uno de todos los Latinoamericanos.
 
 macksimove

DICIEMBRE DEL 2007

 


MusicPlaylist

 
  Hoy habia 3 visitantes (7 clics a subpáginas) ¡Aqui en esta página!  
 
Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
Registrarse gratis